jueves, 23 de febrero de 2017
del 5/10/15
Olor es inherente a materia, olor no existe si no hay materia que le
transporte, que le contenga. Olor no conoce límites de tiempo o espacio,
puede uno estar sentado a metro y medio de María José Arjona, mientras
ésta toma un café y sentir que se retrocede a tiempos remotos en casas
viejas. Olor sabe ser inoportuno y oportuno, es mensajero de malas y
buenas nuevas, ¿cómo más podría saber uno que dejó la llave del gas
abierta o que la mamá cocina lo que a uno más le gusta? No podría ser
más horrible un olor nauseabundo cuando ya de por sí se ha tenido un mal
día, ni más hermoso el olor a flores cuando lo trae devuelta a uno
desde el mismísimo infierno. Olor, esencia, no me sorprendería que el
alma de las cosas, fuese realmente la más etérea de las cosas tangibles
que les componen. Olor es difícil, rebelde, incontrolable, inimaginable;
de él sólo tenemos las sensaciones que nos produce, que nos deja para
recordarle, porque sinceramente he sabido recordar imágenes, sonidos,
sabores y hasta el tacto ¿pero quién puede traer a memoria un olor
realmente?¿Cómo tomar del brazo a olor?¿cómo hacer que se quede?. Olor
es de todos y de nadie, un poeta caprichoso omnipresente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario